En este momento especial, un día en que muchos seres se unen para recordar la esencia de la mujer, quiero unirme a este círculo, invitándolos a viajar en el tiempo y el espacio, compartiendo un fragmento de uno de mis diarios de viaje, en una noche de luna llena, honrando este sagrado principio de la energía femenina que vive en mí...
Dedicado a mi abuela, que provenía de los alpes y nació, de casualidad, en la nueva tierra, que en aquel entonces se llamaba América… y así recibió la bendición en su nombre de la magia de las montañas más maravillosas de esta tierra… los andes… celebran a andesa...
Eze y yo bajamos un poco antes del atardecer.
Yo me había bañado un rato antes, y me vestí con ropa limpia y colores renovados… la verdad, me sentí completamente diferente…
“estás llena de color”, me dijo lucas cuando volví al campamento después del baño.
En el camino hacia la playa, por las callecitas de tierra, fui recolectando flores silvestres para ofrecer a la luna en un cuenco de agua… hacer esto me conectó con sensaciones que tenía cuando vivía en la montaña, mientras caminaba por los senderos del monte y las callecitas de tierra y recogía alguna flor que de vez en cuando se aparecía por mi camino y llamaba mi atención, para regalar a alguien a quien iba a visitar o que me encontrara más tarde en la misma caminata…
En mi memoria, celebrar la luna de esta forma, presentándole las ofrendas, estaba asociada a mi vida en la montaña, y también a la fuerza del círculo de mujeres allí… así pude sentir la unión y compañía de todas otra vez, en mí, aquí conmigo, evocar y convocar la presencia del círculo de mujeres hermanas y de todos los círculos de mujeres que se unen en el planeta, entrelazados como los pétalos de una flor… recolectando las ofrendas para recibir y honrar la luna, recordando así a todas y cada una de mis hermanas, mis maestras, atrayendo al presente en imágenes cada círculo de mujeres compartido y vivido… agradeciendo a la vida y a los seres que me acompañan en este momento la oportunidad de crear un nuevo círculo de celebración a la luna, en un espacio sagrado, esta vez, junto al mar…
También recordé a mi abuela materna, adela, con uno de los recuerdos de su infancia, que siempre me cuenta y que tiene muy presente últimamente. Es un recuerdo de un tiempo que pasó con sus padres en la estancia “la margarita”, de los cavanagh, al sur de santa fe, en argentina… ella, una niña muy pequeña, recolectando flores silvestres… me lo cuenta de una forma tan especial y tan tierna que puedo ver a mi abuela convertida en esa niña otra vez… y mientras recolecto las flores me siento yo esa niña que es mi abuela, cada vez que una pequeña flor me llama en el camino para que la lleve hacia algún lugar especial, o simplemente, entregarlas a alguien, para honrar su belleza, silvestre y natural, como las flores…
Naturalmente mística…
Y así llegué a la playa, caminando junto a eze con las pequeñas flores en las manos, algunas, ya sin tallo, acurrucadas como si fueran un pequeño pichoncito. Por momentos tuve la sensación de llevar en mis manos pequeñas hadas sin alas…
Siempre que me llama una flor en el camino recuerdo también unas palabras, que leí en algún lugar… que regale flores, para honrar la belleza, de un momento, de alguien en especial. Que el deva, el ser invisible y sutil que cuidaba esa flor, me lo agradecerá mucho… entonces siempre que recojo una pequeña flor siento que estoy ayudando a ese pequeño ser a realizar su misión en la tierra, y que es de esta forma en que los seres nos ayudamos mutuamente y trabajamos en equipo los unos con los otros… a veces siento que esos seres invisibles son la esencia misma de la flor, y que al recolectarlas y llevarlas de un sitio a otro, los estoy llevando de viaje a ellos, hasta un destino determinado…
Cuando un ser humano se encuentra y conecta profundamente con la belleza y esencia de una flor, el deva, el ser invisible que vive en ella, se mete dentro de ese ser y queda viviendo allí, eternamente, en un rinconcito de su alma… dándole a ese ser la belleza y los dones de la flor que lo transportaba…
les deseo a todas y a todos un día mágico en conexión con esa esencia mágica femenina en flor que vive adentro del corazón, aprovechando esta energía de la luna nueva de purificación y siembra de deseos e intenciones de amor, para que florezcan radiantes y mandálicas en este nuevo ciclo lunar que hoy comienza... honrando y celebrando la magia de la creación y de la vida...
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Dedicado a mi abuela, que provenía de los alpes y nació, de casualidad, en la nueva tierra, que en aquel entonces se llamaba América… y así recibió la bendición en su nombre de la magia de las montañas más maravillosas de esta tierra… los andes… celebran a andesa...
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Anoche fue la luna llena. Vinimos a esperarla a la playa y celebrar el mágico acontecimiento en una pequeña fiestita íntima en el chiringuito del parador.Eze y yo bajamos un poco antes del atardecer.
Yo me había bañado un rato antes, y me vestí con ropa limpia y colores renovados… la verdad, me sentí completamente diferente…
“estás llena de color”, me dijo lucas cuando volví al campamento después del baño.
En el camino hacia la playa, por las callecitas de tierra, fui recolectando flores silvestres para ofrecer a la luna en un cuenco de agua… hacer esto me conectó con sensaciones que tenía cuando vivía en la montaña, mientras caminaba por los senderos del monte y las callecitas de tierra y recogía alguna flor que de vez en cuando se aparecía por mi camino y llamaba mi atención, para regalar a alguien a quien iba a visitar o que me encontrara más tarde en la misma caminata…
En mi memoria, celebrar la luna de esta forma, presentándole las ofrendas, estaba asociada a mi vida en la montaña, y también a la fuerza del círculo de mujeres allí… así pude sentir la unión y compañía de todas otra vez, en mí, aquí conmigo, evocar y convocar la presencia del círculo de mujeres hermanas y de todos los círculos de mujeres que se unen en el planeta, entrelazados como los pétalos de una flor… recolectando las ofrendas para recibir y honrar la luna, recordando así a todas y cada una de mis hermanas, mis maestras, atrayendo al presente en imágenes cada círculo de mujeres compartido y vivido… agradeciendo a la vida y a los seres que me acompañan en este momento la oportunidad de crear un nuevo círculo de celebración a la luna, en un espacio sagrado, esta vez, junto al mar…
También recordé a mi abuela materna, adela, con uno de los recuerdos de su infancia, que siempre me cuenta y que tiene muy presente últimamente. Es un recuerdo de un tiempo que pasó con sus padres en la estancia “la margarita”, de los cavanagh, al sur de santa fe, en argentina… ella, una niña muy pequeña, recolectando flores silvestres… me lo cuenta de una forma tan especial y tan tierna que puedo ver a mi abuela convertida en esa niña otra vez… y mientras recolecto las flores me siento yo esa niña que es mi abuela, cada vez que una pequeña flor me llama en el camino para que la lleve hacia algún lugar especial, o simplemente, entregarlas a alguien, para honrar su belleza, silvestre y natural, como las flores…
Naturalmente mística…
Y así llegué a la playa, caminando junto a eze con las pequeñas flores en las manos, algunas, ya sin tallo, acurrucadas como si fueran un pequeño pichoncito. Por momentos tuve la sensación de llevar en mis manos pequeñas hadas sin alas…
Siempre que me llama una flor en el camino recuerdo también unas palabras, que leí en algún lugar… que regale flores, para honrar la belleza, de un momento, de alguien en especial. Que el deva, el ser invisible y sutil que cuidaba esa flor, me lo agradecerá mucho… entonces siempre que recojo una pequeña flor siento que estoy ayudando a ese pequeño ser a realizar su misión en la tierra, y que es de esta forma en que los seres nos ayudamos mutuamente y trabajamos en equipo los unos con los otros… a veces siento que esos seres invisibles son la esencia misma de la flor, y que al recolectarlas y llevarlas de un sitio a otro, los estoy llevando de viaje a ellos, hasta un destino determinado…
Cuando un ser humano se encuentra y conecta profundamente con la belleza y esencia de una flor, el deva, el ser invisible que vive en ella, se mete dentro de ese ser y queda viviendo allí, eternamente, en un rinconcito de su alma… dándole a ese ser la belleza y los dones de la flor que lo transportaba…
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y así mi deseo para honrar este sagrado principio femenino dentro de cada uno es regalarles hoy la belleza de una flor que viajó desde muy lejos y que se encontró con mi amiga Estela, en un templo de Bangkok, hace unas semanas... y que Estela luego me envió, desde su casa en Ibiza hasta la mía, en Argentina... (infinitas gracias, hermosa!!!)les deseo a todas y a todos un día mágico en conexión con esa esencia mágica femenina en flor que vive adentro del corazón, aprovechando esta energía de la luna nueva de purificación y siembra de deseos e intenciones de amor, para que florezcan radiantes y mandálicas en este nuevo ciclo lunar que hoy comienza... honrando y celebrando la magia de la creación y de la vida...
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